¿Un código billonario?
Hace unas semanas me recomendaron ver la serie alemana The Billion Dollar Code, la encuentran en Netflix. Para ser completamente honesta la he tenido que ver un par de veces más para poder grasp toda la información.
La serie esta basada en un juicio que le hizo una empresa alemana, en la serie ART+COM, a Google Earth en el 2018. En paralelo al juicio, te cuentan la historia del desarrollo de Terravision a inicios de los 90.
Los protagonistas, un estudiante de arte, Carsten Schlüter y Juri Müller programador y hacker, se conocen en una Alemania post soviética, desesperada por el progreso y la tecnología.
Carsten tenía la visión de que el arte evolucionaría al mundo digital, Juri sentía una necesidad por crear más seguridad de la data que estaban dejando los usuarios en su huella digital. Juntos crearían un producto nuevo que resolvería retos de programación a futuro y que efectivamente hoy usamos como si siempre hubiera existido.
Pero esto no es para darles un resumen, porque sin duda es una serie de 4 capítulos de la que deben ser testigos.
Hubo una frase que Juri comenta: “In order for an invention to be a revolution it must be available for the users”, esta cita se me quedó dando vueltas en la cabeza.
Ellos inventaron este nuevo producto, le vieron el posible uso por las masas y patentaron su creación, pero ¿cuándo un invento pasa a ser innovador? ¿por el uso? ¿por el alcance? ¿su masificación? ¿la empresa que lo lleva a acabo?
En la serie, Juri le cuenta el descubrimiento sobre el código de Terravision y cómo va a funcionar mejor una vez que Internet se encuentre en todas las casas a Brian Anderson, personaje que luego los traiciona y se lleva a todo a Google para proponerles Google Earth que sale 11 años después de la creación de los alemanes.
Durante cada capítulo sentía que a cada minuto cambiaba de bando, que en un momento entendía perfectamente la rabia de los alemanes por la traición, pero por otro lado entendía a Google y la forma de manejar este tipo de situaciones.
Hasta que Juri dice esa frase.
Si es cierto, ellos crearon el algoritmo, el lenguaje, las instrucciones, incluso sabían como Internet simplemente iba a mejorar el uso del producto, pero el lado comercial, el lado de negocios, el cómo monetizar su producto era justamente la pata que les faltaba.
No era un producto que cualquier persona con un dispositivo personal podía utilizar, si bien la visión era del 2021, las acciones para optimizar y vender el producto eran de los 90.
Al final inventar e innovar son completamente distintos cuando lo ves en la práctica.
Creo que “robar” invenciones es completamente anti-ético, y muchas de las grandes empresas de hoy son culpables de esta pésima práctica. Sin embargo, son igual de culpables al saber cómo el usuario va a poder aprovechar dicho invento (con tanta data en sus manos, más les vale conocer a sus distintas audiencias).
La realidad es que debo tener semanas preguntándome cómo estas grandes empresas toman la decisión de robar en vez de colaborar con mentes tan creativas que literalmente logran desarrollar algo completamente nuevo.
Este caso me parece demasiado interesante para reflexionar sobre cómo trabajamos con otros, cómo colaboramos con ideas novedosas, cómo aportamos espacios para que estos genios puedan desarrollar todas sus locuras con libertad y apoyo.
Los invito a Netflix a ver este cuento maravilloso.